- Es todo un gran honor y un inmenso placer presentar como nueva colaboradora de nuestro blog a una gran persona que representa como ninguna el binomio siempre difícil de lograr entre el mundo de la literatura y del running.
Le damos la bienvenida a este humilde blog dandole millones de gracias y deseandole todo lo mejor como escritora,runner y con Esprinta África,que ojala cumpla sus sueños. No os perdaís su columna mensual porque merece la pena leerla, de verdad. Te impresionara....
Volver a empezar
Muchas veces me quieren sonsacar cómo comenzó esta historia de amor desenfrenado. Pero muy pocos se atreven a preguntarme porque lo hemos dejado y hemos vuelto hasta tres veces, sabiendo además que habrá muchas más peleas entre nosotros.
Nos presentó un tal Fermín el día que yo cumplí diez años. Yo estaba sentada frente al televisor y él se acababa de proclamar campeón Olímpico. Fue en aquel instante, con los brazos de Fermín Cacho en alto, cuando descubrí que tú, mi querido atletismo, y yo estaríamos unidos para siempre.
Nuestras primeras citas fueron en la pista de tartán. De la mano corríamos trescientos y seiscientos metros, y cuando nos hicimos mayores el ochocientos se convirtió en nuestra canción preferida. También visitábamos de vez en cuando al milqui de nuestro amigo Fermín, y nos encantaba llenarnos de barro los domingos de invierno en aquel paraíso, a veces infierno, llamado cross.
Parecíamos la pareja perfecta hasta que llegó la universidad y me distanció de la alfombra roja que siempre habías tendido para mí. Los libros, los viajes, los nuevos compañeros, las horas fuera de casa, qué se yo… Cada vez te notaba más distante, y yo más lejos de lo que antes alcanzábamos juntos. Te veía flirtear con otras más rápidas, más entusiastas, más perseverantes, y yo llegué a aborrecerte. Lo sabes, y lo siento. No quise saber nada de ti durante casi dos años. Fue un tiempo de silencio, de rencor. Odio. Eso era lo que sentía.
Después me reencontré contigo en Los Pirineos. “Ponte las zapas y vente”, me dijiste tan guapo como siempre pero con un gesto más adulto y relajado. Y salimos aquel día y otro día más, y otro, hasta que sin darme cuenta me encontré en la línea de salida del campeonato de España de cross.
Terminé la universidad. Hicimos más planes de futuros que íbamos cumpliendo. Diezmiles, medias maratones, correr sin hora de vuelta a casa. Volvíamos a ser tú y yo, pero disfrutando cada segundo de ser nosotros. ¿Por qué nos volvimos a pelear entonces? No sé, tal vez el dolor de rodillas me puso de mal humor, tal vez tú me exigías demasiado y yo ya no era la que había sido… Rompimos por segunda vez.
La segunda ruptura duró solo uno meses, tal vez un año. Un día llamé a tu puerta y te dije: “Voy a Angola, y te necesito”, y no nos hizo falta decir mucho más. Volvimos. Juntos llegamos al orfanato, juntos enseñamos lanzamiento de peso, de pértiga, discos, saltos, relevos, obstáculos, organizamos unas pequeñas olimpiadas. Sí, juntos creamos Esprinta África, nuestra pequeña, nuestra asociación que desde entonces enseña atletismo a niños desfavorecidos de aquel continente. Y lo demás ya vino solo. Escribimos “La Sonrisa de Tango”. Nos fuimos a Sahara a organizar nuestras “Mini Olimpiadas”, y allí, gracias a ti, llegué la segunda de mi categoría de la media maratón en el desierto… “Disfruta”, me decías. Yo saboreaba ahora el deporte de otra manera, más relajada, aún más intensa, corriendo nosotros trails por África, organizando campamentos de atletismo para los niños de Esprinta…
Y vino la tercera ruptura. Estaba en Italia, y quería trotar por las montañas que rodean al lago Como. No llegué a salir de la habitación. ¿Cómo fue?, apenas me acuerdo. Recuerdo las carreras por los pasillos, los uniformes blancos, el quirófano. El anestesista y el cirujano diciéndome que les hiciera una planning para su próximo maratón para que no tuviera miedo… Cuando me desperté te pedí un tiempo. “Tómate todo el que necesites”, me dijiste agarrando mi mano, “te esperaré”. Quedaba contigo de vez en cuando, unos kilometrillos juntos, luego dejaba de verte durante semanas. Intentamos ir con Esprinta a África Occidental, pero no era el momento más conveniente. Nada parecía salir bien, nada excepto que tú nunca te fuiste de mi lado.
Y sí, hemos vuelto. Tampoco sé cómo ha sido. Simplemente poco a poco hemos vuelto a ser tú y yo. Tú, el atletismo en forma de ochocientos, de cross, de asfalto, de trail, de arena de desierto. Yo, la que a veces cree que no puede, pero gracias a ti siempre lo consigue. Ahora llevamos oficialmente casi dos meses juntos. Más unidos e ilusionados que nunca. Trabajando codo con codo para ver a nuestra niña Esprinta África crecer. Llenamos el calendario de ilusiones con nombre de carreras. Y sosteniendo mi mano hemos puesto fecha a nuestro próximo sueño. Será el 22 de febrero, está bien subrayado. Justo un año después de nuestra última separación, de aquella entrada en urgencias. Iremos a Sevilla. Pero no exhibiéremos nuestro amor en una carroza con caballos. No. Lo haremos a nuestra manera, con las zapatillas puestas, corriendo de nuevo, pero como una primera vez. Kilómetro a kilómetro, cuarenta y dos de ellos, disfrutando los últimos ciento noventa y cinco pensamientos. Discutiremos varias veces por el camino, ya te aviso. Pero justo en el arco de llegada del Maratón nos reconciliaremos una vez más, fundiéndonos en un abrazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario